lunes, 30 de mayo de 2011

HUGO DE SANCTIS

Por: El papirri

Estaba en Aguascalientes, desterrado, solo y despistado. Caminaba por el Jardín de San Marcos buscando al Pato Lucas, un pato simpático que quería cagarme y yo no me dejaba. Los árboles espesos del jardín procreaban resolanas maravillosas, mi juventud desparramaba ardor y música, con mis guaraches, guitarrita y algún cuaderno componía canciones por el vergel, sin embargo cuando anochecía la soledad era enorme, mi hostal de cucarachas no ayudaba.

Era octubre de 1982, había cumplido 21, tenia la crisis de no encontrarme en los Conservatorios de música y por la oferta de un compositor boliviano contemporáneo que vivía allí dejé el D.F. En las mañanas pasaba clases en el Instituto Musical Manuel M. Ponce con el susodicho, en las tardes era docente de guitarra del mismo Instituto con alumnitos mini que me hacían renegar. Conseguí una pensión de nombre Don Manolos, era económica, limpia, ideal para un boliviano/estudiante/músico/desterrado; don Manolos traía en equilibrio los almuerzos jugosos que rebalsaban humos picantes.

Una tarde escuché en argentino: Que hacés querido, dame ese té de yyyerbas delicioso, como está la señora? Por fin un tono familiar, sonreí masticando la quesadilla que se derretía en mis labios nerviosos. Entonces Don Manolos comenta: allí al fondo hay un músico boliviano, profesor del Instituto Ponce, trátalo con respeto, manito, es estudiado. En aquel momento aparece el gaucho con el pelo sobre los hombros, barba rala y densa, ojos verdes maravillosos, cristalinos, era alto, fornido, parecía un ex futbolista, Vos sos músico? pregunta de sopetón...conversamos como si nos conociéramos de antes. Le pregunto a que se dedica, dice: mira, yo jugué en el Jorge Wilsterman, he piloteado aviones, soy guitarrista, poeta, artista plástico, profesor de yoga, escritor…pero en realidad vendo libros. Me dije, este es un chanta, luego supe que Hugo de Sanctis- así se llamaba el personaje- había hecho todo eso y mucho mas.

El sábado me convidó a su congregación yogui, conocí gente linda. Esa tarde se puso la camiseta de San Lorenzo y dimos 96 cabecitas seguidas ante la admiración de los mexicanos, nos enfrentamos en un gritado picadito y en la tarde tomamos mate y cantamos. Allí fue que conocí al Hugo de Sanctis futbolista, trovador, guitarrista y poeta. Tocaba a Bach muy bien, pulseaba la guitarra al estilo pampeano con afinaciones extrañas y profundas, cantaba con una voz agridulce, ronca, expresiva. Conocí una canción suya “Simplemente luz” que Mercedes Sosa grabaría un año después ¡Conocí sus poemas y una novia muy joven que traía al lado (esta mina tiene los pezones como micrófono de LV11, me decía susurrando para que no escuchen los sanos). Nunca pude calcular la edad de Hugo, parecía infinito en su energía metafísica.

Una tarde me sacó del hostal, Esto es una porquería, gritaba ayudándome a sacar mis cosas por encima de las cucarachas. Me fui a su cuartito, era mejor, más decente, compartimos como hermanos diez días la habitación, me gustaba como colgaba sus medias en el baño.

Luego vino un concierto mío en el Teatro Morelos de Aguascalientes, interesante, variado, con músicos amigos mexicanos de diversas tendencias, estrené varias canciones. La serenata para Django de Pierre Lerich sonó realmente bien con el piano de Ricardo Martín Jáuregui, medico y pianista de jazz hidrocálido. En medio de la segunda parte del concierto, desde la butaca se escuchó: Chazarreta¡ gané el premio nacional de poesía¡…al volver a nuestro cuarto supe que era Hugo y que se había ido al D.F a averiguar sobre el premio, me dejó una nota que decía: el cuarto está pagado una semana mas, voy en busca de la publicación de mi obra.

Lo volví a ver 25 años después en Santa Cruz, en la Avenida Monseñor, era el mismo intemporal y sorprendente poeta, un poco mas cansado pero intacto, con muchos caminos recorridos, con otra pareja joven, estaba apurado, lo invité donde yo tocaba esa noche. Hoy en el Facebook me encuentro con un cuate que indica que Hugo de Sanctis ha fallecido. Me dolió el pecho. Me acordé de todo esto. Ingresé al Internet y encontré a un escritor mexicano que relataba que efectivamente Hugo de Sanctis había ganado en 1983 el Premio Nacional de Poesía, el más antiguo y prestigioso de México, que nunca le publicaron el libro cuyo titulo era “Canción al prójimo” pues tenia 300 paginas y a los funcionarios culturales les pareció muy largo. Fue este amigo literato de nombre Benjamin Valdivia que logró publicar en el 2004 el libro en una editorial particular, Valdivia compara por su importancia este libro con el Canto General de Neruda.

El poema I dice al inicio: “Ahora que es tan lejos y tanto se ha perdido/ un crepúsculo regresa a su gran madre”.Tu eres ese crepúsculo, gran artista Hugo de Sanctis, donde quiera que estés escucha mi susurro triste por no verte mas, escucha mi pecho sorprendido reconociendo que tenias 73 años cuando partiste, que escuchen tus cenizas esparcidas la gratitud mía por haber sido en brevedad un hermano mayor, que los días que estuve contigo permanecieron grabados en algún rincón del alma. Entonces me respondes con tu voz agridulce, con tu vibrato inmemorable en el mismo poema:”Adiós gravedad, adiós fragmentos, valijas/ formas huesudas que un día ocupé/ queriendo ser eterno y no pude”.Adiós caminante perenne, valiente ser que purificaste nuestro aire con tu presencia altiva, con tu sencillez sonora. Adiós Hugo de Sanctis, ahora eres simplemente luz.

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