lunes, 7 de junio de 2010

SABINA PASO POR MAYO

Desde el ombligo del mundo
SABINA PASO POR MAYO
Por: El Papirri

En Febrero nos enteramos que llegaba Joaquín Sabina, en marzo compramos la entrada, en abril el ultimo CD “Vinagre y Rosas” (piratita nomás), en mayo por fin¡ marchamos radiantes al concierto en el Coliseo Rumiñahui de Quito. Ávidos, guiados por los espíritus sabinescos llegamos bien, el taxi en la puerta, la fila infinita de ingreso la cambiamos por una colita breve, veloz, grata. Nos revisaron hasta el posadero y ya estábamos bien colocaditos. El escenario -de frente, a unos cien metros -exponía una escenografía que parecía de la época del Teatro de Oro de Raúl Salmón. Se trataba de un paisaje urbano con tubos floreciendo en aguas servidas. Luego el diseño y ejecución de luces nos darían la lección: aquel cartón obvio, dibujo muerto, se transfiguraba en anocheceres eróticos, en amaneceres de glorioso ch’aqui, mientras “la luna se volvía una daga manchada de alquitrán”.
Poco a poco nacía del vientre de aquel deslucido coliseo un demiurgo emocionado, vibrante, un monstruo solidario de 25.000 seres excitados. El joven trío telonero hizo lo que tenia que hacer: probar cables y aburrirnos. Entonces apareció dando brincos en su terno rockabilly un sesentón eufórico con sombrero de paja, saludando radiante, era Panchito Varona, parceiro de Sabina en músicas históricas, ahora de bajista. Fueron completando la banda un marinero acordeonista hecho al sexi, una corista guapa-madura voz de aguardiente, el veterano y sorprendente músico multiinstrumentista García de Diego, un baterista preciso encerrado en su jaula de cristal y el barbudito guitarrista del costado: cinco músicos en escena que sonaban como si fueran docena. Tres ingenieros de sonido, dos técnicos de luces más tres cañoneros completaban el equipazo. Entonces apareció el capitán, pasito de pantera rosa, Joaquín flaquito, Sabina macetero, añejo marinero con polera de interrogación, saquito negro y sombrero de chaplin, con jean café pegado a los huesos de pirata. Empezó con las ultimas canciones (uy cara) y dijo, vibrante:”no me pidas que muera por ti /lo que queda de mi se subasta a la mejor postora /como un parco motín en el barco ruin de la aurora”. A la sazón, vino la dedicada a Chavela, rugió el demiurgo, Sabina dijo:”Chavela cumple 91 años, nos unen tres cosas: los dos somos borrachos, somos mujeriegos y estamos viejos”… ahogados coreamos quien pudiera reír como llora Chabela. En la Magdalena -oye, no olvides, música de Pablito Milanes- la corista se trastocó en sensual puta, “te advertí de este numero pero jamás pensé que lo forjarías con tanta convicción”, dijo en bergantín. El barbudito guitarrista hizo de Fito en el blablablablabla., una señorita quiteña prendida a un alambre de púas lloraba quien le ha robado el mes de abril. Entonces el juglar habló de la sequía creativa y dijo que las canciones nacen en los bordes del abismo y no en la calma domestica (glup¡), “era una época de sosiego para mi y las musas se fueron a follar con Serrat hasta que nos encontramos con el poeta Benjamín Prado, terminamos en resaca cantándole a Praga. (Entre nos, la parcería poética de Vinagre y Rosas aun no termina de convencerme, hasta compré el original. En el texto, a Sabina no lo prefiero compartido).
Impresionante fue cuando Joaquín agarró la goudin negra, toco dos res agudos, el monstruo comprendió la señal y estalló… entonces fue completando la intro de 19 días y 500 noches, el mejor coro de la noche Que temon. Luego, una estrategia de la edad: hacer cantar uno por uno a sus músicos. Me senté pensando: son 20 años que estoy con Sabina, lo conocí en Japón el ’90 gracias al único amigo dominicano que cantaba en saudades “oiga doctor devuélvame mi depresión”. Son 20 años con este tripulante nostálgico (debo ser su relación mas larga), con este pirata vate urbano, innovador de la noche que mira la vida con la gracia del superior y acrecienta las formas haciendo parir al soneto mayor. Está dicho: el desafío de mis ídolos de la canción de autor es vencer al tiempo, llegar a la eternidad. Mirad : Caetano Veloso (74¡),Silvio Rodríguez (67), Serrat (67),Chico Buarque (66), Pablo Milanes (67) Joaquín Sabina(61) son el mejor ejemplo de amor a la vida y amor a la muerte en simultaneo que los hace ser mortales que no van a morir.
Este Sabina más lozano que los del trío telonero le metió dos horas de concierto con su sonrisa de placa diplomática, su voz expresiva -pese al uso y abuso-y terminó saltando tres bises vía combo mariachi, con aquel perfecto estribillo del morir contigo si te matas para que el fin del mundo te pille bailando mientras nos dieron las 12 con el demiurgo domesticado para siempre. Salimos del concierto colmados de vida, con la tristeza del que separa sus partes, con la emoción de respirar el privilegio de haber estado en una ofrenda memorable. Directo a brindar por Vinagre y rosas, por los cuarenta y veinte de Sabina, por su pintita de viejo sexi macetero, de Daniel el travieso en k’aibito, por su profesionalismo cabal que nos convenció: la muerte no existe. Gran Sabina, pluma mortero, que te fuiste trotando, huyendo de nuestro amor y diciendo: mi manera de comprometerme fue darme a la fuga.

Quito, Junio 2010.

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