domingo, 13 de marzo de 2011

FUTBOLISTA

Por: El Papirri

Me recordaré un ratito, ya?. Dos asuntos me hicieron feliz en la infancia y juventud: el futbol y la guitarra. Desde que me acuerdo pasaba sin problema de las canchas a las cuerdas, de las rodilleras a las escalas. A veces no se llevaban bien, se contradecían. Recuerdo aquel concierto que dí en el Museo de Arte de La Paz, tendría 8 años, tuve que tocar Tarrega con gorra por el tremendo hueco en la cabeza que me hizo el gordo Elio, un numero nueve de 120 kilos al cual arrebaté la pelota de entre las piernas (en la época yo era arquero, me decían Gatti), lo desestabilicé y el gordo aterrizó sentado encima de mi cráneo. Con 15 puntos en la nuca, cara de culpable y gorrita de arquero di aquel concierto memorable.

En la preadolescencia jugábamos apasionadamente en el callejón Guachalla, en la Plaza Abaroa y en la Bronco, nuestra canchita preferida de a ocho, ubicada nada menos que en el Hospital Broncopulmonar, con un publico de tuberculosos tapados con frazadas. También jugábamos en el campeonato oficial de futbol de salón de la YMCA. Allí fue que apareció el Severo Peña (el Sevas), robusto mediocampista, huérfano yungueño; junto al Pakito Ávila, flaco habilidoso sopocachense, formamos un trío memorable barrial ganando varios campeonatos. Extrañamente nuestro club se llamaba Blooming, por influencia de nuestro DT y dirigente, el oriental Gafo Jordan. El trío fue contratado por el CEAM (Club de estafetas de la Alcaldía Municipal), el pase lo realizó el Gonzalo Chávez, arquero suplente del equipo. Jugábamos intensamente en la cancha Zapata, con camiseta de Boca, en la franja amarilla decía CEAM. Nos pagaban un sanguche en sarna, de huevo con tomate, más una papaya Salvietti. Fue incorporado al CEAM el tremendo nueve Chirolita Monroy, en cuarteto jugábamos todos los fines de semana: a las 8.00 a.m en la Juvenca para Los Tigres, a las 11.00 en la YMCA para el Blooming, a las 3 p.m en la Zapata para el CEAM y a las 4 p.m en el Fígaro, cancha de a 11, para el Unión Maestranza de Viacha. En esta última no nos iba tan bien, éramos de cancha chica. El Chirolita aceptó jugar para el CEAM si le daban el sanguche de huevo con una rebanada de queso.

Recuerdo un golazo en la Zapata, yo jugaba de puntero derecho, puesto bendecido por Garrincha y Housemman. Desbordo en zig zag sacándome tres de encima, levanto la cabeza, doy el centro con efecto, no puedo frenar… me desbarranco unos 20 mts hasta la avenida del poeta, todo rasmillado miro hacia arriba, el Chirolita, el Paco y el Sevas se abrazaban gritándome el gol. El cuarteto se disolvió cuando en vez de Papaya, el Paquito y el Sevas empezaron con la cerveza y terminaron con tirillo, quedándose en la Zapata para siempre, falleciendo ambos como hondos artilleros paceños.

Una tarde de esas me vio jugar un rescatador de valores y me llevó a probar al Bolívar, a Tembladerani. Me adelantó 100 dólares, renegando fui, el técnico era Virba, me quedé 6 meses en la segunda hasta que el Guillotina Baldivieso me genero triple fractura de tibia y peroné por instrucciones del puntero derecho titular a quien le iba quitando el puesto. En el ínterin gane varios campeonatos en la YMCA jugando para el Conservatorio de música con memorables goleadas a la Sinfónica y a la Coral Nova. De la lesión bolivarista no me recuperé bien. Sin embargo, ya terminando el digito dos, jugué para la Universidad de Kyushu en Japón, en ayni por la beca para estudiar el curso de japonés que costaba mil dólares al mes. Fue allí que nació otra vez la disyuntiva: la guitarra o el futbol, pues un nippon me pisó la mano y suspendí un par de conciertos. Acabando el curso opté por la guitarra, ganaba en cash, entre el yen y el mal.

Talvez lo mas importante en mi carrera futbolística fue llegar a ser parte del resto del mundo en el Festival Mundial de la Juventud de Pyong Yang en 1989, siendo escogido

entre futbolistas de 40 selecciones del mundo para enfrentar a la sub 20 coreana. Testigo: el Jimbo de Octavia, porque en realidad fuimos a tocar.

Luego fui dejando la pelota y últimamente también la guitarra, talvez por eso me siento un poco triste. Es que mi tobillo se dobla cuando corro y como dice mi canción Años: soy un gordito bien bonachon /un viejo verde, un ex bombon/ soy un Titanic, un culebron / un agujero en tu corazón. Gracias al futbol entendí a mi barrio, viví la verdadera igualdad, supe lo que es jugar en equipo, aprendí a perder y a ganar y sobre todo aprendí a caer para luego levantarme de nuevo, raspado, sudado, pecho de bronce, siempre adelante, como dice la morenada: sin llorar¡

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