miércoles, 23 de diciembre de 2009

MI PRIMER CONCIERTO RURAL

Por: El Papirri

El año pasado me encontré en un boliche cochala con el Dr. Sergio Paz que en realidad es el Pachi, amigo apreciado de mi refulgente infantoadolescencia paceña. Yo estaba de mal humor por que tenía que cantar con un deplorable sonido pero el Pachi trajo su generosa sonrisa, su nueva pajlita y una historia que francamente la había olvidado. Me alegró la noche.
El relato trataba de un fin de semana con los changos de la Plaza Avaroa, decidimos hacer un campamento rural y nos fuimos en camión por vías polvorientas a dormir una noche en toldos, al fondo de la finca de los Bojanic, en Huayhuasi, abaaajo de La Paz. Nos fuimos con mochilas, bolsones o lo que fuere, carpas, marraquetas con queso y un trago que dimos fin en el mercado boliviano llamado chuchuhuasi que nos hacia vomitar violeta en los pajonales del valle chuk’uta. En la noche armamos la linda fogata( tendríamos 15 ?), a tostar masmelos, sofreír unos stege y por supuesto cantar sui generis a los gritos secando el mentado trago que estaba mezclado con refresco en polvo y a veces con gelatina, menjunje dispuesto a beberse en una bolsa de nylon con bombilla.
Al dia siguiente, de joven chaqui total, con este Pachi -que era un terrible- decidimos subirnos al campanario de la Iglesia de la plaza mayor de aquel pobladito con sauces. Por unos túneles de cal llegamos sofocados a una torrecilla del siglo XVIII de la que tendía una campana descomunal de hierro veterano. Entonces el temible Pachi se volvió inesperadamente monaguillo y empezó a flotar por los aires ceñido a la soga, iba y volvía cual péndulo rural, yo lo empujaba con una mano y con la otra me tapaba la oreja izquierda pues el sonido era pavoroso. También los gritos de felicidad del Pachi que con razón hoy es desafiante cirujano. Serian las 10 de la mañana de un sábado, trozamos la modorra valluna, apareció en el atrio el cura minúsculo dando gritos silentes de que nos bajemos¡¡ y que detengamos la proclama de reunión de emergencia de los ayllus de la Provincia Murillo hasta las últimas consecuencias. El Pachi seguía en trance pendular, yo un poco asustado advertía venir la fila india –literal- que se traslucía en ríos cruzados ambicionando confluir al centro de la Plaza de Huayhuasi. El cura ingresó al Convento tirando la puerta y nos dejo solitos en el campanario. Al ratito y abajo del dúo péndulo, unos 500 campesinos fatigosos iniciaban esperar algo.
Entonces vino el primer grito en aymara, se enteraron de nuestra peligrosa broma, hay que colgarlos¡¡ explotaba en pijcho uno… una señora nos apuntaba con la hoz, un señor con el martillo. Cuando se prestaban a subir por el pasillo de cal en un pionero acto de justicia comunitaria apareció el Chiri- amigo mulato lucido- sudando, con la guitarrita mía y dishendo : cantales algo sino la cosa se pone pior.
Desde el campanario empecé con el repertorio, dando una audición de pavoroso esfuerzo vocal con un repertorio variopinto desesperado que fluctuaba desde “dale tu mano al indio”, “la carta” de Violeta, “zamba de mi esperanza”, la cueca “el moto Méndez” y una selección de huayños con trencito, cinturita, orejitas, mientras el otro integrante del Dúo Péndulo- el Pachi- gritaba palmas¡ palmas¡ Entonces aparecieron los cajones de cerveza, mohoceños varios, mataron una llama, nos bajaron en hombros del campanario con mixtura y seguimos la farra hasta que el papá del Bojanic nos mandó a llamar a la carrocería de su camioneta retornando a La Paz envueltos en la polvareda mas hermosa de la juventud, brindando con saldos de chuchuhuasi por ese mi primer concierto rural.

3 comentarios:

  1. Una vez mas la guitarra al rescate, XD

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  2. que delicia de concierto... me hago vida en lo rural!!!!
    un fuerte abrazo y feliz 2010!!!!!

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  3. jajaj qué belleza!! pasa, en el campo pasa...
    Que lindo que siempre menciones música de mi tierra (Tarija) me emociona.
    Un abrazo.

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