viernes, 25 de noviembre de 2011

LA ALUMNA DE GUITARRA

Por: El Papirri

Era una época difícil, hice elaborar con un amigo imprentero unos tickets para vender clases de guitarra, cada ticket contenía 4 clases, las vendía en combo con precio especial. Entonces recibí el llamado de una mujer hecha a la sexi solicitando clases a domicilio, martes y jueves de 18: 00 a 19:00, por favor. Me alegré: la dirección era en el edificio de al lado, además pagaría en dólares.

Entonces voy, llego 5 minutos antes de la hora, manipulo el timbre, empieza a repiquetear la tracalera de llaves de la puerta, conté 6 aperturas. Luego de la cadenita, por fin, abre ella.

Ya en el digito cuatro, la alumna tenía cara de muñeca de goma, dos puntos negros eran los ojos, el pelo corto teñido de rubio insolaba, feíta, alta, de sonrisa conquistadora me da la bienvenida con un beso al aire. Dos tetas generosas me apresan más de la cuenta, su perfume repiquetea a dutty free. -Espérame, me voy a cambiar, dice cerrando las 6 llaves.

Sospecho un cuerpo bien trabajado en gym bajo el traje sastre de azafata. Me quedo solo en un living pulcro, la foto enmarcada de un hombre con cabeza de títere me mira. -Es mi ex marido fallecido, dice sorprendiéndome por la espalda. Marchamos al estudio, sonríe nerviosa.

Se había puesto una mini extrema de porrista con una sudadera de la U de Cambridge, los muslos relucían. Ingresamos al estudio, títulos en ingles se mostraban primorosos en la pared, una Mac parpadeaba fotos en UK, Ay, mi época de estudiante, dice, desenfundando la Yamaha.

-Quiero confesarte que tu mama fue mi profesora de guitarra, yo iba a tu casa, era una niña, tu eres dos años mayor que yo, naciste el 18 de septiembre. Siempre tuve envidia de cómo avanzabas tan rápido y yo no, ahora enséñame¡ aseveró lanzando una extraña mirada.

Entonces doy inicio a la clase mostrando las alternativas de posición del instrumento, se decide por la posición clásica, al acomodar la guitarra entre las piernas un cola less con frutillitas muestra la línea húmeda que me hace atorar. Cuando me aproximo a indicarle la posición del brazo izquierdo, me agarra rudamente de la nuca dándome un chape tenso, la Yamaha vuela creando un cluster con la alfombra, con la otra mano abre, virtuosa, la brageta. Me tira de bruces arrancándose el cola less que vuela sin control, todo en segundos. El galope es sulfúrico, punzante, drástico, hasta un final in crescendo con agudos de soprano. Entonces se descuelga, lanza otra vez la mirada extraña y se va llorando al baño. Asustado, ordeno las partituras del piso, levanto la pobre Yamaha que yace junto al atril. En aquel momento sale lánguida en una bata rosada esponjosa, un rímel de angustias le pinta la cara de muñeca fea, me paga la clase, abre los 6 cerrojos, Nos vemos el jueves, dice en gemido, despachándome.

La próxima clase fue completa. Cuando me iba, dice suave: Quiero hacerte escuchar la canción que deseo me enseñes. Pasamos al living, la cabeza de títere me juzga desde su foto enmarcada, suena “A Felicidade” de Vinicius y Toquiño. Mientras canta bien feo encima del CD, abre una botella de vino francés, una delicia de tapas españolas aparecen como por magia en la mesita. En lo mejor de la bossa ataca en súbito, besa lastimando, la revolcada en la alfombra es interrumpida por secos de vino, se iba, secaba y volvía, entonces me caliento agarrándola por atrás y llevándola al ventanal. Subo la falda de azafata, firme, metódico, doy fuelle intenso prendido de buenas caderas, sus dos manos golpetean el vidrio que se abre en sorpresa, perdemos el control, por milagro no caemos los 9 pisos abajo.

Desnuda, beodita y hitleriana se incorpora, señala la puerta como barita diciendo: te vas carajo¡ Tira los 20 dólares en la mesa desapareciendo a tropiezos por el pasillo con sus nalgas lunarejas. Demoro varios minutos tratando de abrir los 6 cerrojos, salgo a la calle estremecido.

Al día siguiente toca el timbre una cholita con deliciosas humintas tibias, una tarjeta de USAID con nombre de mujer y apellido croata dice: disculpas ¡ te espero esta noche, tengo una cena con amigos, ven por favor.

Era un viernes paceño lluvioso y frío, me antojo, decido ir. Entonces la alumna aparece ahora con churcos rojos y con ojos verdes falsos. Me abraza laaargo, suena un wuauuu de la concurrencia elegante. Un tipito gay impecable cuenta de su última novela, dos gringas se ríen en ingles,

música tecno suena al fondo. Luego de hablar boludeces nos íbamos todos, pero la alumna me detiene, niña y chispeada dice: Veamos un poco de tele.

Entonces ingresamos de la manito con nuestras copas de vino a su habitación, una cama matrimonial dadivosa con edredón ingles se hace desear, me entrega el control con otro seco de vino dándome un pijama limpio (creo del títere). Me lo pongo mientras ubico un partido de la liga inglesa. Surge tambaleante en un camisón transparente que insinúa una sombra ardiente. Luego de besos tiernos y de dar fin a dos botellas, retorna la loca, empieza a putear por los hombres desgraciados, Mi padre el primero, moquea, además mi apellido es Loza, imagínate, Loooza, nunca me vino a ver al colegio, todos Uds. son una mierda, chilla. Agarra un cuchillo filudo destripador de tocino, con los ojos falsos me apunta, Mejor prepárate, tendremos una noche movida, expone amenazante, mientras va en busca de mas vino. Aprovecho y raudo me meto al baño de al lado, -Ya vienes?, increpa en diferentes tonos.

Salgo sigiloso y en pijama voy abriendo los 6 cerrojos, el último me denuncia en su graznido, entonces aparece al trote chueco con el cuchillo al frente, como muñeca desinflándose se abalanza, recupero mis reflejos de arquero de la Zapata gambeteando la primera estocada. Desesperado logro abrir la última llave. Se lanza de nuevo con los ojos verdes de mentira descarriados, la segunda estocada se clava en la puerta no sin antes raspar mi antebrazo. A las rastras le doy el portazo en la frente descubriendo que el llavero se quedó conmigo. Mientras veo la mancha de sangre que crece en mi antebrazo atranco por fuera el cerrojo principal, se escuchan los alaridos: desgraciado ¡ya veras, maricon de mierda, cantas horriiiible¡

Desciendo a tropezones los 9 pisos por las gradas entregándole al portero el llavero, descalzo, medio duro, sangrante, surjo a la avenida Arce en pijamas. Al llegar a casa, mi portero- el gran comandante- se vuelve bastón, me cura la herida con torniquetes vanos que desembocan en una clínica. El medico zurce 5 puntos sin anestesia.

Las próximas semanas la alumna de guitarra se desespera en sus mensajes, manda con la cholita masitas, cuñapes, torta, el Principito. Los recados en la grabadora ruegan disculpas, otras veces insulta embriagada. Me asusto, decido inventarme conciertos por el interior desapareciendo un par de meses. Luego llega a mi mail la invitación a su matrimonio con un funcionario internacional iraní que supe después fallece demasiado pronto.

Alguna vez la veo de lejos por el barrio, ríe sola, corre desenfrenada en su buzo plomo de la Army, llega en autos raibanizados importantes con su traje sastre de azafata. Yo me hago al gil frotándome la sonrisa del antebrazo.