martes, 31 de agosto de 2010

SEIKO SAN

Por: El Papirri
Entonces empezaron a salir más contratos para tocar en diferentes puntos del Japón. Las tocadas en Osaka de los jueves incluían viajar en un barco con piso de tatami con cientos de japuchos durmiendo en el piso, como pijama party flotador, llegando directo a la prueba de sonido con cuatro nipones paraditos en sus camisas caribeñas prestos a tocar full bossa nova. Los viernes venían las tocadas en Honshu con Los Ubanquiacas (nadie sabia el significado del nombre), cinco japuchos inertes en sus ponchos de calcha con repertorio Jairas y Kajrkas, para lo cual tenia que cruzar por debajo del mar una hora en el shinkansen (tren bala) a 300 Km por hora. Una vez de chaqui me vino claustrofobia marítima, el corazón quería salirse, entonces apareció una pulcra azafata japonesa , Sumimasen, doozo, llevandome del brazo al vagón de los desmejorados donde varios gringos y gajines (extranjeros, bárbaros) veían placidamente en pantalla gigante imágenes de cascadas . Te daban un wiskicito con masaje de yapa hasta que la paranoia se desvaneciera.
El que conseguía las tocadas con esmero era mi alumno de guitarra Yotusgi san, melómano del folklore boliviano, líder de Los Ubanquiacas, técnico en cables telefónicos, comprador de guitarras carisimas, eximio luchador por sacar el ritmo de chacarera. Su amiga Seiko san, mi alumna de charango, había desaparecido un par de meses. Un día abrí la puerta y apareció una japonesa muy guapa con el alarido: Manueru san, jishashiburi des ne¡ (hace mucho tiempo…).No la reconocí. Seiko desu, dijo como gorrión triste. Casi me desmayo. Aquella dama feita se había tornado en un minon- nipón. Le habían abierto los ojos, puesto parpados y pestañas, insertado tabique, los labios eran carnosos, pulido los pómulos, tetas para una palma, ya no era rosquita, hasta nalgas para agarrarse tenia. Sugoy des¡ (increíble¡ le dije). Verla preparar tecito en su uniforme azul de oficina era un placer, recordé al maestro Cavour que meses antes en un concierto en Nagasaki me había dado la instrucción de averiguar si la tenían horizontal o vertical. Me atoré.
Seiko san contó que decidió aceptar un ofrecimiento de su oficina-era contadora de la oficina de migraciones o algo así - le descontaban 20 % de su salario al mes por 10 años para pagar aquella venerable transformación. Eso si, había que respetar el último decreto del parlamento nipón que ordenaba las medidas máximas de apertura de ojos pues la ola de cirugías plásticas estaba acabando con la identidad nashonal. Esta transformación mas su vocecita dulce en el karaoke habían logrado un pequeño asenso laboral. Estaba feliz. Y yo peor. Luego de la clase de charango, hizo aparecer un sake, brindamos y nos encontramos en un beso breve conmemorando aquellas frotadas por las calles de Fukuoka. A partir de allí se prolongaron nuestros encuentros, en el ensayo con Los Ubanquiacas, en desayunos calientes, en cenas de fideos populares. Una tarde me convidó a su casa para estar con Otoosan (nuestro padre) quien luego de beber tesito se fue. Ahí mismo le sacamos fuego a los tatamis, los gemidos –un poquito exagerada la dama-hicieron que venga el guardia del edificio. En confesión de alcoba susurró que bordeaba los treinta, que ya era tiempo de casarse, que hacia su maestría en contabilidad para obligatoriamente presentar sus papeles a una agencia matrimonial. La agencia se encargaba de escoger los curriculums y seleccionar al candidato con similar nivel académico y otras analogías. Un master con una master. Un enfermero con una enfermera. Y el amor? siempre ausente, sollozaba. Entonces, latiendo en su mirada de ardilla me dijo: Manuerua san, aishiteiru,(te quiero), Cocoro cara, jashimete des (desde el corazón, es la primera vez que siento algo así). Entonces me asusté y salí corriendo.
El problema fue que la declaración de amor con su vocecita de gorrión la hizo publica noches después en la mesa familiar con Otoosan y Yotsugi san lo que causo una hecatombe asiática, un tsunami ecuménico, se rompió for ever aquella armonía de pitufos. Otoosan en tono samurai vociferaba que éramos hermanos ¡ Yotusgi en tono katateca clamaba que yo era gajin¡ los gritos aceleraron mi retorno a Bolivia. Años después supe que Seiko se había casado con Yotsugi, hoy son una pareja japonesa standard con hijitos labrados en origami. Habría sido una estrategia femenina nippona? Tabun (talvez…).

IV SEMANA CULTURAL DE BOLIVIA EN ECUADOR.

Por: El Papirri
Que tal metal ¡ La IV Semana Cultural de Bolivia en Ecuador 2010 fue todo un éxito. El viernes 6 de agosto inauguramos la Semana en el prestigioso Centro Cultural Metropolitano de Quito, una Casona Museo enclavada en el corazón del Centro histórico quiteño muy difícil de ser concedida pero nuestros contactos municipales funcionaron. El Patio de la Casona estuvo repleto de público y periodistas. Como Los Masis llegaban en la tarde, pusimos tinkus y morenadas con el Ballet Inkary para animar el encuentro, que se extendió con la ofrenda Floral mística en plena Plaza Grande .El sábado 7/8 se dio el evento en la Plaza Santo Domingo del centro quiteño en un escenario excelente y sonido de lujo pues logramos insertar nuestra Semana Cultural en las Veladas Libertarias quiteñas y esto nos garantizo la infraestructura artística de primera .Los Masis llegaron con fuerza tocando ante 3.000 personas. El Domingo 8/8 fue especial por la Toma de Quito, convocamos al Ballet Sumag compuesto por 20 caporales con damas apetecibles, Ballet Kalpañan con 30 bailarines en una excelente Morenada, Ballet Inkary con 20 Tinkus enérgicos, en total 70 bailarines ecuatorianos con trajes originales del Gran Poder todos concentrados en la Plaza de Armas de Quito. De allí partieron a las 11:00 bailando, logramos una mini entrada folklórica con masivo publico en las aceras que terminó en el escenario gigantesco de la Plaza San Francisco donde Teresa Parodi y los Nocheros habían actuado la noche antes. Fue literal una toma cultural. Llegando al escenario los bailarines se unieron al Pujllay que Los Masis iniciaban con fuerza increíble. Luego vinieron las charangueadas de Villa Serrano, aquellos registros maravillosos de los charangos de Don Mauro Nuñez cautivando a los ecuatorianos, cuecas, bailecitos y el coro final de caporales y morenadas: una fiesta boliviana total. El lunes 9/8 nos fuimos con Los Masis y el Ballet Inkary a la ciudad de Riobamba, a 3 horas de Quito. La prefectura de Chimborazo- cuya capital es Riobamba- financiaba nuestra llegada que se desarrollo en el Centro Cultural de la Universidad, un paraninfo de 300 personas que quedó chico, se quedaron afuerita unas 200 personas. El sonido, muy regular. En este evento Los Masis me pidieron que les ayude con la segunda guitarra y le cascamos bien, me estrené de Masi con ponchito y todo. Al día siguiente 7 horas en Bus hacia Cuenca, una bella ciudad, hablan como chapacos, el evento auspiciado por la Alcaldía de Cuenca fue en el Teatro del Banco Central, a todo lujo, 600 butacas repletas. El jueves 12 vino el Concierto de Gala en el Teatro Sucre de Quito, el más importante de Ecuador, donde Los Masis expusieron al cuerpo diplomático y publico en general un programa completo de dos horas y media trozado en cuatro partes iniciando con música aymara (muy bien los k’antus, sicureadas, tarkeadas), luego una atractiva parte de músicas de Norte Potosí para seguir con el Pujllay, el viaje por Chuquisaca y las músicas actuales de todas las regiones del país donde el Ballet Kallpañan se lució. Los neo Masis rondan los 33 años y traen un espíritu lleno de energía, calidad y optimismo. Sólidas voces, buenas cuerdas, excelentes vientos, indumentaria original de tejidos precolombinos, charangos de anticuario, sumados a una actitud fuera de escenario impecable y llena de tecnología, al día siguiente estaban los eventos en you tube puestos por el Roby Sahonero digno heredero del Tata Roberto , director del Grupo y el mas entusiasta de los ocho al bailar. Nuestra despedida fue de glorias el viernes 13/8 con Bolivia le canta a Guayasamin, conciertazo en la Fundación Osvaldo Guayasamín con localidades completas, evento auspiciado por las Embajadas de el ALBA. Tres ciudades conquistadas, mas de 10.000 personas beneficiadas en los espectáculos gratuitos, hermanamiento boliviano-ecuatoriano en escenario, difusión eficiente, marca país consolidada, defensa de nuestro patrimonio artístico y cero de gastos para el estado boliviano, todo un combo de buenas noticias que confirma que el arte boliviano es lo mejor que tenemos. El esfuerzo artístico de Los Masis tuvo su cosecha en las ovaciones, autógrafos y cientos de fans que piden el retorno del grupo al Ecuador. Yo soy ahora un Masi más, con orgullo y honor. Bien che. Pa ques decir.

viernes, 6 de agosto de 2010

El Papirri y la autoestima nacional

Raúl Peñaranda U.

Como tantos otros miles de seguidores, yo soy un admirador del Papirri músico. Manuel Monroy no sólo es compositor sino que también es un virtuoso de la guitarra. Y uno de los más importantes renovadores de la música boliviana. Nos ha ayudado a comprender, conocer y amar a la ciudad de La Paz, sus personajes y sus tradiciones más que decenas de otros intelectuales, antropólogos o historiadores.

Si hay alguien que ha tratado de mejorar la autoestima de los paceños es este músico, hijo de una calificada concertista de guitarra y de un famoso político nacionalista. El, como nadie, nos ha dicho quiénes somos, cómo actuamos, quiénes son nuestros personajes entrañables y nuestra forma de pensar. Pero la ciudad –y el país – que nos muestra en sus composiciones, los hombres y mujeres que desfilan por sus piezas, las calles y montañas que acompañan sus acordes, no son, ni mucho menos, perfectos. El Papirri, y nosotros, amamos a La Paz y al país, pero también somos concientes de sus defectos, de sus problemas, de sus vicios. No es idílico el mundo que nos muestra el arte de este compositor, y por eso mismo es más entrañable, más original, más único. Más realista. Nos sentimos perfectamente reflejados en las canciones del Papirri porque justamente nos muestran la confusión, el mestizaje, la riqueza y el abigarramiento de la sociedad paceña y boliviana. No somos eso ni aquello. Tampoco esto o lo otro. Somos todo eso juntos, desde la Alasita hasta el K’encha Teran, pasando por la cabeza de Zepita y llegando a la marihuana, perdón, la huacataya. Y ni qué hablar de la metafísica popular, cada vez más poblada y más fibrosa. “¿De verdad me estás mintiendo”? es especialmente hermosa. Se la regaló Lorgio Vaca al Papirri en un viaje y el Papirri nos la entrega a todos. Es que así hablamos. Y así somos.

El Papirri pasará a la posteridad, por eso, como un renovador de la música y, también, como un adelantado, como un pionero en estos intentos de que los bolivianos nos queramos más cómo somos, que admitamos más nuestros defectos, que auscultemos más nuestros temores. Los cambios políticos sucedidos en la última década han ayudado a que las clases altas salgan de su burbuja y conozcan y reconozcan a un país que miraban como si fuera sólo una postal, que veían desde la distancia de los álbumes de

fotos. Una vez rota esa burbuja, y amenazados por una sociedad más compleja, más pensante, más activa y a veces más ininteligible de lo que habían imaginado, podemos aspirar a una mayor integración, a un más profundo conocimiento del otro. El Papirri nos hablaba hace años de esas complejidades, con más simplicidad, y a la vez con más profundidad, de lo que muchos de nosotros nos imaginábamos. Y con más humor e ironía que cualquiera de esta generación.

Pero hete aquí que el Papirri no era solamente cantautor. “Columnista también habiá sabido ser” diríamos copiando su estilo paceñísimo. “Les voa contar”.

Si ser un músico de quilates como es el Papirri, que ha compartido escenarios en el mundo con Alfredo Zitarrosa, Fito Páez, Silvio Rodríguez y Mercedes Sosa, entre otros, ya es bastante inusual, lo es aún más ser también un extraordinario columnista.

Vengo siguiendo las columnas del Papirri desde hace muchos años. Primero las leía en La Prensa, que fue el primer diario en tener la inteligencia y buen tino de acogerlas. Luego las disfruté (y publiqué) en La Época. Ahora las sigo disfrutando en Página Siete.

¿Por qué Manuel Monroy Chazarreta es uno de los más exitosos columnistas bolivianos? Varias características de su estilo explican aquello. Muchas de ésas son infrecuentes en el panorama periodístico boliviano.

A lo largo de estos años he comprobado que el Papirri se mantiene fiel a sí mismo y a su estilo. Estas son las características de su trabajo que lo hacen exitoso:

Es cronista. El Papirri escribe en primera persona; al igual que en sus canciones, cuenta, como un cronista, los sucesos y anécdotas de su vida y a través de ellos la vida de la ciudad, primero, y del país. Al leer los textos, el lector sigue al columnista en sus viajes, sus desventuras, sus dificultades, sus amoríos y se deja llevar, casi hipnotizado, por el narrador. En esto, Manuel Monroy utiliza las mismas técnicas que ya son famosas en él en sus composiciones musicales.

Es auténtico. Es auténtico o, lo que es lo mismo, suena auténtico. Por más extraordinaria que sea la historia, el lector se deja llevar, cae en las redes del autor

porque le cree. Y esa credibilidad, o verosimilitud, más bien, se logra con los rasgos autocríticos, con los detalles íntimos, con la sinceridad con la que el autor escribe y nos describe lo que vive y ve. En algunas llega al extremo de la franqueza, como en aquella columna en la que nos habla del hijo suyo que nunca nació (no incluida en esta compilación). ¿Qué más prueba de autenticidad que gritarle al mundo ese dolor?

Tiene maestría en el lenguaje. Sus columnas son casi cinematográficas en el sentido que la descripción es como una cámara que nos muestra lo que el autor ve. El Papirri logra este rasgo muy bien, usando dos técnicas difíciles de manejar: escribir en presente y colocar dos o más situaciones simultáneamente. Cuando está en la flota yendo a Oruro, por ejemplo, logra desentenderse de su entorno gracias a escuchar a Matilde Cazasola. Viene y va entre las letras de la Matilde y sus vecinos de asiento.

Usa el elemento sorpresa. En todos los textos está presente la sorpresa, que se produce tanto por la anécdota en sí (en vez de viajar a Sucre en avión se va a Madrid, por ejemplo), tanto por la forma de narrar, de ofrecer un cierre. En esa misma columna termina diciendo: “Mientras jugamos cacho en Madrid les cuento que sólo quería ir a tocar Sucre. Harto se ríen esperando la devolushón”. En varias de sus canciones se ve el mismo efecto.

Usa el humor. Para el novelista boliviano Adolfo Cárdenas no hay virtud más difícil de lograr, y más importante, que la ironía y el sarcasmo, pero siempre que éste dirigidos también (o sobre todo) hacia uno mismo. Cárdenas dice que sólo los inteligentes pueden ser sutilmente irónicos. Reírse de sí mismo. Qué difícil. El Papirri lo hace, se ríe de él mismo y a la vez se mofa de los otros, del resto, pero con cuidado, con sabiduría. Como la pobre señora que les da sopas de marihuana a sus huéspedes pensando que les daba huacataya.

Usa la autocrítica y apela a la autoestima. Sus columnas muestran los innumerables problemas a los que nos vemos enfrentados los paceños. Es una crítica y una autocrítica a lo que somos. Pero también, paradójicamente, nos dice que todos esos problemas no son definitivos, insalvables. Se enfrenta a unos bloqueadores, una vez, pero luego éstos ayudan a una parturienta. Así, al desdramatizar nuestras fallas, nos mejora la autoestima. La “Metafísica popular” es el máximo ejemplo de autocrítica a la forma de hablar –y de pensar– de los collas pero también de conocernos y querernos como somos.

¿De dónde sale la creatividad? ¿De dónde vienen las metáforas? ¿Dónde nacen los juegos de palabras? Seguramente estos rasgos se trabajan, se moldean, se mejoran, se construyen con el tiempo y el esfuerzo. Pero también es porque, probablemente, se nace con esos atributos. Ya hemos dicho que su madre era una importante concertista. Y está claro que en las venas de su familia, empezando por sus lúcidos primos escritores Ramón y Enrique Rocha Monroy, corre la creatividad.

Raúl Peñaranda U. es periodista. Dirige el diario Página Siete.